domingo, 27 de noviembre de 2011

Búsqueda de una identidad

 Todos corren, todos gritan, todos van de la mano a la velocidad de la luz, apenas caben todos por la acera pero se empeñan en seguir corriendo sin mirar a el suelo y solo mirando hacia delante, mirando su futuro sin ver su propio presente, algunos tropiezan y pierden el ritmo de la carrera mientras otros asustados les ven caer y siguen con la esperanza de no correr su misma suerte. Entre tanta carrera, tanta prisa y tanto empujón se distingue una figura en la sombra, una figura tranquila, totalmente contrario al mundo que le rodea, una figura que no aparenta gran cosa, una figura que parece ser bastante simple, solo lleva un abrigo y unos pantalones cualquiera, lo único que podría llamar la atención de él son sus cascos, su gorra y su aire tranquilo, totalmente contrario a todos los que le pasan por delante. Totalmente ajeno a sus compañeros de carrera él no altera su ritmo en ningún momento, parece escuchar música ya que sus andares le delatan, anda al ritmo de una música, al ritmo de una música que parece ser la melodía más tranquila jamás escuchada, a la par que tranquila parece ser una melodía simple, sin grandes adornos, se pueden distinguir una guitarra, quizá algunas bases y una voz. Una voz que le impide echar a correr, que le dice que puede correr, pero que mire donde está antes de empezar a correr, proponga al resto de su cuerpo si merece la pena unirse al resto, si no está mejor como está, andando tranquilamente, observando el paisaje mientras escucha unas voces con un ritmo bonito que le dicen lo bonito que es vivir tranquilo, mirando el paisaje y sin tener prisa por nada. Que todo va a su determinado tiempo, que hay tiempo para todo y que todo lo cura el tiempo. Que tiene que bajarse del mundo y no dejarse llevar por la corriente, que tiene que crear su propio mundo para así poder ordenarlo y decorarlo como a él le entre en gana, que se puede estar de bajón, de hecho, se debe estar de bajón para así comprobar que no todo es tan bonito como lo pintan los que corren, porque estar de bajón es humano. Que ponerse el pijama una tarde y pasarse el día en casa no significa pasar un mal día. Y sobre todo, le cuentan que lo más importante que jamás va a tener en su vida va a ser una cosa que nunca ha visto, ni va a ver en su vida, algo o alguien que siempre le va a acompañar y a quien tiene la difícil tarea de mantener siempre contento y con ganas, porque si él no está contento difícilmente lo estará él. Se refiere a él mismo, porque la mejor compañía que jamás podrá tener es él mismo, sólo él mismo se entiende a la perfección, solo él mismo sabe las cosas que le gustan, las cosas que no le gustan, las cosas que le enamoran y las cosas que lo sacan de quicio, solo él puede hacerle feliz a cualquier momento del día, porque él sabe como hacerlo, él será el único que estará con él mismo durante toda su vida, y es a quien tiene que saber aguantar, saber comprender y saber convivir con él. Porque si él le pide descanso, ha de parar. Si él le pide ritmo, tiene que darle al play. Si él le dice que eso no está bien, tiene que hacerle caso, solo él sabe lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer en cada momento. Si él dice que tiene frío, hay que darle abrigo, si tiene calor, quitárselo. Si él te pide uno, dos o mil días de descanso, hay que dárselos, porque en esos días son en los que más conectas con él, esos días en los que solo escuchas música, comes, ves la tele y duermes, eso también debería ser llamado buen día, ya que son necesarios, sin esos días nadie habría conectado jamás consigo mismo, si es que lo ha hecho alguna vez. Ese chico es, o debería, ser un ejemplo. Ya que él es feliz consigo mismo, que es el primer paso para ser feliz con los demás, lo primero es conocerse a si mismo y después de eso conocer gente será mucho más fácil, te lo aseguro, yo, y el chico de la sombra.
Solo él ... es idéntico a él mismo. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Demasiado bonito para ser verdad

 "Tócala otra vez, Sam", decían en Casablanca. Esa melodía que nos llevara a aquellos tiempos pasados pero no tan lejanos como nos lo quieren hacer parecer. Necios sean aquellos que no quieran ver que hubo un tiempo en el que me hablabas, en el que eramos uña y carne, aquellos tiempos en los que me llevabas a bailar, esas noches interminables, esos días fugaces y todos esos momentos en los que me hiciste creer que no ibas a cambiar, que todo se iba a quedar así para siempre, y que, como tú, nadie más iba a cambiar nunca, que todo iba a quedar tan bonito como era. Craso error creer eso, necio fui por creerte, a ti y a todos.
 Trato de plasmar esto lo más bonito y real que mis manos me permiten, pero no siempre es fácil, cuando tus manos dibujan sobre las teclas un lienzo en el que todo era bonito, un cuadro perfecto pintado con las mejores pinturas y con las mejores manos tu cerebro te recuerda que tus manos te engañan, que todo el mundo te ha engañado, que todo era demasiado bonito para ser verdad, que tuviste que tropezarte y abrir los ojos en el suelo para ver que se alejaba, que todo se alejaba mientras tu caías, mientras la música seguía sonando, ella y todos te dejaban con esos sentimientos que ahora se recuerdan e incluso han vuelto para volver a patearte como el más rastrero de los matones para volver a tirarte al suelo, con esa melodía agonizante que ralentiza tu golpe contra el suelo y ese grito vacío que nadie ha escuchado, nadie escucha ni nadie escuchará jamás, ese grito que reclama lo que es tuyo, o lo que tu creías que era, ese grito que proclama a los cuatro vientos que vuelvas, que tú no eras así, esos gritos con los que no quieres escuchar a nadie más, solo a ti mismo, a esos pensamientos que hacen que la música sea mera acompañante.
 Como dijo Sam, toquemos un bis. Toquemos un bis por todas esas personas que prometían el cielo y el infierno, por todas esas personas que te hacían irte a tu casa con la mayor de las sonrisas por haber pasado el mejor día de tu vida, por todas esas personas que ahora no son más que nubes en el cielo, que ahora no son más que granos de arena que se mueven con el viento, con la corriente y que con cada soplo de viento cambian de rumbo y te golpean la cara para atravesarte y seguir su camino con los demás granos de arena que hacen lo mismo con cada persona que permanece con los pies clavados en el suelo sin moverse. Hacen lo mismo con cada persona que su corazón le impide ser un simple grano de arena, que su corazón le pide y le obliga a plantarse y no moverse con la corriente, a quedarse con esa gente que no se ve, pero se supone que existe, por el bien de la humanidad, espero que existan.
 Me prometiste el cielo, pero acabaste en el infierno. Te doy las gracias por ser como fuiste conmigo, pero ahora esas gracias no van a llevar a nada, ni siquiera al más triste recuerdo de ti, porque te encargaste de borrarlos y pintarlos de colores feos. Con tu autodestrucción conllevaste a mi posterior enfermedad, enfermo de amor, pero hasta tú misma me diste la vacuna, el olvido.
 Buena suerte con tu vida, si es que se le puede llamar así...
 Bienaventurados sean los fieles al culto de su propia personalidad.