domingo, 26 de mayo de 2013

El silencio lo dice todo.

 Y quizás no sean más que delirios de una mente acostumbrada a sufrir, y quizás se siente y nunca más se vuelva a levantar. Es la piel, que se le queda pequeña al tener tanto que crecer. Es el mundo, que se le queda pequeño al tener tanto por lo que correr. Es ella, que se le queda demasiado grande para lo que él quiere sentir. Que aunque el barco se hunda, todos sabemos nadar hasta la orilla. Que aunque los versos de ese poema sean ella, todo lo escrito se acaba por borrar. Y aunque él no sepa nada de la vida, como la va a olvidar con esos labios, con ese pelo.
Que sí, que sus noches son más largas que muchos días, y que la cama se le queda pequeña de tanto que sueña. Soñar es el terrorismo de la realidad, pues te promete cosas que luego siempre explotarán por algún sitio y tú volarás lejos, y no podrás hacer nada. Aunque ella sea poesía, aunque la guitarra tenga su forma, siempre nos quedará el espejo. Siempre tendrá su alma de escritor que no sabe escribir, su alma de poeta tartamudo, se tendrá. Nunca se fallará, y el día que lo haga, habrá un señor vestido de negro en su puerta y se lo llevará, por daños y prejuicios. Que hasta esa canción suena a su voz, que esa foto es su sonrisa, que el rojo es ella. Pero siempre estarás por encima de todo, hasta que te superen, y ahí, haya que saltar del barco, nadar la orilla y esperar sentado en una roca. Que si nunca viene nadie, el aire no es un mal compañero. 

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