miércoles, 12 de septiembre de 2012

A song about nothing.

 Una silla astillada, una mesa que chirría, una bombilla que ya no ilumina, un vaso sucio y una vieja botella de algo desconocido. Un rayo de luz se pelea con el polvo mientras por el cristal las gotas de lluvia corren creando un charco en el suelo, desgastando la madera ya de por sí mayor.
 El tocadiscos no ha parado de sonar, siempre el mismo disco, con las mismas canciones. Los pensamientos se acompañan del tintineo de los hielos y la vieja canción de siempre. Esa canción que no lo dice todo, pero tampoco dice nada. Un viejo violín, algo de un piano y quizá una guitarra desafinada crean una mística en la que las voces más desgarradoras dicen lo que queremos oír, y las voces más dulces no dicen más que mentiras y desengaños.
 Las paredes están cansadas, y el hielo se siente observado. El vaso aguanta con firmeza, la bombilla se tambalea y el cristal llora. El humo ha quemado el techo y las voces se funden en las nubes.
 "¿Me preguntas que en qué pienso? Buena pregunta. Quizá piense en lo bonita que es la noche, o lo maravillosa que se vuelve cuando se acaba. Tal vez no esté pensando, tan solo escuchando. ¿A quién? No hace falta que se presente nadie aquí para yo escucharlo, muchas veces me siento en esta vieja silla, miro el aire y lo escucho atentamente. A menudo las cosas que te hacen sentir bien las escuchas cuando no hay nadie hablando, cuando solo escuchas el tintineo del hielo, la vieja canción y el zumbido de esa maldita bombilla. Quizá todas las preguntas a las que todos buscamos respuesta no la tienen, de hecho, sinceramente creo que nadie tiene respuesta a nada, y eso es mágico."
 "Todos buscamos la paz, y la paz, está ahí, quizá para encontrar tu paz hayas de buscar tu propia silla, tu propio hielo y tu propia canción. La respuesta, viejo amigo, está en el viento."

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