jueves, 21 de junio de 2012

Sweet crescendo

 Muchas veces habrás oído eso de que la vida es como una montaña rusa, unas veces arriba, otras abajo, y con un espacio ínfimo entre cumbre y mínimo. 
 Las notas musicales podrían definir una vida por completo. Y aquí viene el crescendo, la música suena a todo volumen, el piano repica en toda la habitación, el chelo se hace notar y todo culmina en una explosión de alegría y notas alegres inundan el ambiente. Pero después de todo crescendo viene su diminuendo correspondiente, donde todo baja, el piano calla mientras que el chelo se esconde y no suena. Las notas y tú van en el mismo vagón donde van directo a estrellarse al suelo. El crescendo es tan efímero, pero bendita brevedad. 
 La dulce crueldad viene acompañada de dulces puñaladas mientras caes, a tu lado, mientras te golpean para que caigas y bajes más rápido. Pero después de toda bajada hay una subida, al igual que después de cada subida hay una bajada. La duración de cada viaje en esa dirección depende del viajero, y del vehículo en el que se viaja, pero un trayecto no influye al otro. Vivimos en un constante cambio, así nos hizo quien quiera que nos haya hecho, y bendito creador. 
 Él sabe que viajar en línea recta es aburrido, sabe que las curvas no son siempre bonitas, pero son necesarias, porque para subir primero hay que bajar y para bajar, hay que haber estado arriba, y mientras bajas te queda ese recuerdo de estar arriba, en lo alto, y luchas por volver, y vuelves.
 Llora, lucha, patalea, grita, araña, rompe, dispara, sangra, hazlo todo, pero sube. 

1 comentario: